Como sobrevivir al hundimiento del Titanic
El planteamiento de la situación era descorazonador; solo había plazas para 1100 personas de las 2300 que integraban el pasaje, en un total de 16 botes salvavidas más otros 4 botes plegables. Aun peor; de esas 1100 plazas solo se llegaron a ocupar 750, ya que la evacuación se realizó de forma apresurada y muchos botes se arriaron ocupados por debajo de su capacidad.
A partir de las 12:27, hora en la que se arrió el primer bote, indicio suficiente como para sospechar que algo iba mal, un pasajero solo disponía de 2 horas escasas para buscarse la vida, hasta las 2:20, momento en el que el barco se fue a pique. Si finalmente caía al agua, su temperatura era de -2ºC según la última medición que se tomó a las 10 de la noche y moriría de hipotermia en menos de una hora.
Las estadísticas hablan claro sobre quien sobrevivió. La evacuación se inició al grito de “las mujeres y los niños primero” y como podemos observar, ser mujer y pasajera de 1ª o 2ª clase, garantizaba la supervivencia ya que se salvaron casi el 100%. Las pocas que no se salvaron fueron las que se negaron a subir a los botes por algún motivo personal como es el caso de las que decidieron permanecer junto a sus maridos. Igualmente, se salvaron todos los niños de 1ª y 2ª clase salvo uno.
En el lado opuesto de la balanza, ser hombre y pasajero del Titanic era casi una sentencia de muerte ya que solo se salvaron el 19% sin gran diferenciación de clases. Es cierto que en proporción se salvaron más hombres de 1ª clase, un 32% pero la tragedia se cebó con los hombres que viajaban en segunda, sobreviviendo solamente un 8%.
Entre los miembros de la tripulación se repite el mismo esquema; solo sobrevivieron el 20% de los hombres mientras que solo se perdieron 3 de las 20 mujeres que la integraban.
Aun así, hubo hombres que se vieron sin plaza en un bote salvavidas y se las arreglaron para sobrevivir. ¿Cómo? La primera clave está en la forma en la que se organizaron los botes; en cada uno se embarcaba a un oficial para que tomase el mando y a varios remeros. Después se llenaba con mujeres y niños. Los remeros eran elegidos de entre los miembros de la tripulación que estaban presentes en el momento de arriar el bote, porque se les había llamado para arriarlo o porque habían aparecido y se habían ofrecido para fletar la embarcación o para remar.
Si el oficial que estaba llenando el bote veía que no había suficientes marineros para remar, elegía a un hombre de entre los pasajeros allí presentes que estuviese dispuesto a hacerlo. De la misma manera, en dos de los botes se permitió el acceso a los hombres si no había mujeres o niños presentes en el momento de embarcar. Muchos hombres de 1ª y 2ª clase que lograron sobrevivir de esta manera, fueron de bote en bote hasta lograr plaza en alguno de ellos.
Este fue el caso de de Arthur Peuchen, pasajero de primera que embarcó en el bote 6 para remar o de Henry Blank que hizo lo mismo en el bote 7. En este mismo bote, algunas mujeres se negaban a entrar por miedo y otro pasajero de primera, Paul Romaine subió para dar ejemplo. Al mismo tiempo el oficial Murdoch ordenaba a James McGough que subiese, también para dar ejemplo. Recordemos que en un primer momento se dijo al pasaje que se estaban embarcando a las mujeres y a los niños como “medida de precaución” y siempre se ocultó el hecho de que el barco se iba a pique.
…una de las claves era estar presente cerca de los botes…En otros casos, obtener plaza en un bote era por pura casualidad; este fue el caso de Karl Howell Behr, estaba junto al bote 5 y una amiga suya, Mrs Kimball, pidió permiso a un oficial para que le dejaran embarcar y por pura galantería hacia la dama, el oficial le dio permiso. Albert Adrian Dick estaba despidiéndose de su mujer en un emotivo abrazo antes de que la embarcasen en el bote 3, le dieron un empujón, cayó al bote y allí se quedó. Algo parecido le sucedió a Samuel Goldenberg, se despedía de su mujer en el momento que iban a fletar el bote y como no había más mujeres o niños allí presentes, el oficial le permitió subir.
Como vemos, una de las claves para sobrevivir al Titanic fue estar presente en el momento que se fletase un bote salvavidas. Dicho ahora parece una perogrullada pero lo cierto es que muchos hombres no lo hicieron. Algunos, como el famoso millonario Jacob Astor, cayeron en el engaño del capitán y pensaron que el barco no se hundiría. Astor se unió a otros pasajeros de 1ª que se habían congregado en el gimnasio, donde estuvieron debatiendo hasta la 1:45. En ese momento le debió quedar claro que se hundían y embarcó a su mujer en el último bote pero a él se le denegó el acceso.
Otros se abandonaron a si mismos. Este fue el caso de Thomas Andrews, el diseñador del barco, que fue visto por última vez en la sala de fumadores mirando al infinito, junto al fuego esperando el fatal desenlace. Algo parecido hizo el famoso millonario Benjamin Guggenheim, sacó la flema, se vistió de gala y bajó al salón junto a sus sirvientes a esperar su final. Sin olvidar al capitán que se encerró en el puente para hundirse con el barco.
También hubo algunos casos vergonzantes entre los hombres que se salvaron. Hubo varios que se vistieron de mujer para conseguir plaza en los botes. Se rumoreó que uno de ellos fue Dickinson H. Bishop pero nunca se confirmó. Otro fue descubierto en el bote nº14 por el oficial Lowe. De otros personajes, como el millonario Cosmo Duff Gordon, se dijo habían sobornado a los oficiales para conseguir plaza en el bote y después, para que no regresasen a recoger supervivientes cuando gritaban en el agua. De hecho, al bote nº 1 en el que iba Duff Gordon, se le llamó el “bote de los millonarios” ya que increíblemente fue fletado con solo 16 ocupantes a bordo y aun teniendo espacio abundante, no regresó a por los pasajeros que habían caido al mar cuando el barco finalmente se hundió.
A partir de las 2:00
A partir de las 2:00 las posibilidades de sobrevivir se redujeron drásticamente. El último bote salvavidas, el nº4, fue fletado a las 2:10 y en ese momento solo quedaban 4 botes plegables para casi 1600 personas. Los oficiales se afanaban en montarlos, a la vez que sacaban sus pistolas y disparaban al aire para disuadir a algunos pasajeros que intentaban asaltarlos. El oficial Lowe lo había hecho antes a la 1:15 para proteger el bote 14 y ahora disparaban el oficial Murdoch para proteger el bote C y el oficial Lightholler para proteger el bote D.
A partir de las 2:00 la mejor opción para sobrevivir era lanzarse al agua y tratar de alcanzar uno de los 4 botes plegables o el bote nº4. Algunos pocos pasajeros consiguieron nadar hasta el 4 que fue el primero en alejarse y se sabe con seguridad que un mínimo de entre 44 y 48 personas y un máximo de 79, lograron sobrevivir mediante este método. El dato exacto no se conoce porque al ser interrogados en la investigación que hubo después, muchos mintieron y dijeron que habían saltado al agua, por la verguenza de no haber cedido su plaza en el bote a alguna mujer o niño. De las más de 1500 personas que se quedaron en el barco o que no saltaron, solo sobrevieron 4, como veremos después.
Tras ser arriados, los botes plegables C y D, comenzaron a alejarse, el “C” casi lleno pero el “D” tenía espacio todavía para el doble de gente. Tratar de alcanzarlo hubiese sido una buena opción, aunque en la realidad solo sacó a un pasajero del agua.
Los botes plegables A y B no fueron fletados propiamente, sino que quedaron flotando mientras el barco se hundía por debajo. El B había quedado volcado en el agua. Saltando al mar y alcanzando el bote “A” fue como se salvó Norris Williams y otros como Olaus Jørgensen, que según declaró, tuvo que nadar 20 minutos hasta conseguir subir en él.
Al bote plegable “B” lo sacó una ola del barco e inmediatamente unos 30 marineros que intentaban darle la vuelta, se apresuraron a subir tal y como estaba del revés, seguidos de muchos pasajeros que se lanzaron al mar para tratar de alcanzarlo, iniciándose entonces una lucha entre los que estaban en el agua intentando subir y los que ya estaban en el bote intentando que no subiese más gente para que no lo hundiesen.
El hecho de conseguir subir a uno de estos botes tras haber nadado no garantizaba la supervivencia, como luego se demostraría, ya que muchos morirían dentro de ellos debido al frio y a sus ropas mojadas.
Tan solo un bote volvió a recoger supervivientes
Los últimos botes que quedaban cerca del Titanic comenzaron a alejarse para evitar la succión. A las 2:20 el Titanic se hundía dejando en el agua helada y en la oscuridad a todo aquel que no se había ido a pique con él.
Las opciones de sobrevivir en el agua helada a -2ºC, obviamente estaban supeditadas a que los botes regresasen a buscar supervivientes rápidamente, ya que si no morirían de hipotermia en menos de una hora.
La triste realidad es que en la lejanía, los botes estuvieron escuchando durante casi una hora los gritos desesperados y los lamentos de los que habían quedado en el agua y tan solo uno, el bote nº 14 al mando del oficial Lowe, regresó a buscar supervivientes. Los demás se negaron por temor a que volcasen sus botes al intentar subir y continuaron alejándose.
Lowe debía ser un hombre muy dual. Primero no dudo en sacar su Browning automática y disparar a la borda del barco para disuadir a varios pasajeros que intentaban saltar al bote 14 mientras lo arriaban.
…escucharon los gritos durante una hora pero no volvieron…Después, se alejó unos 150 metros, se reunió con otras cinco embarcaciones y redistribuyó a los pasajeros que llevaba entre los botes 10, 12 y uno de los plegables, para hacer espacio en el suyo y poder regresar a por los supervivientes que habían quedado en el agua. Sin embargo esperó casi una hora hasta que los gritos de socorro y los llantos se apagaron. El motivo para actuar así era evitar que cientos de personas desesperadas tratasen de subir al bote y lo volcasen o lo hundiesen. Claro que por otra parte, los gritos se iban callando a medida que la gente moría de hipotermia y volver a recoger supervivientes cuando ya estaban muertos no tiene mucho sentido.
Cuando regresó al lugar del hundimiento, solo encontró a 4 personas con vida entre los cadáveres que flotaban cubiertos por el hielo y escarcha; Frederick Hoyt, Harold Phillimore, Fang Lang y Emilio Portaluppi. Hoyt sangraba de la boca y la nariz y murió al poco de ser sacado del agua. Fang Lang fue encontrado inconsciente, cubierto de escarcha y flotando sobre una puerta a la que se había atado con unas cuerdas. En un primer momento se le dio por muerto pero después se le izó y consiguieron reanimarlo.
Como vemos, la única opción una vez en el agua era evitar la hipotermia hasta que regresase el bote 14. Curiosamente abunda la información al respecto y existen diversas estrategias para lograr mantener el calor en las que no voy a profundizar pero una de ellas es no nadar, ya que nadando se pierde temperatura más rapidamente. Otras incluyen agruparse con otros pasajeros para mantener el calor, encogerse y no desprenderse ni de la ropa ni de los zapatos. La hipotermia se produce cuando la temperatura corporal cae por debajo de los 33ºC y a partir de los 30ºC es grave llegando a producir la muerte.
También cabe la reflexión sobre lo que hubiera pasado si el capitán, en vez de ordenar cautela y no informar, como explicabamos en el destino del Titanic estaba escrito, hubiese ordenado lanzar al agua cualquier cosa que flotase, construir balsas con mesas o apilando sillas. Sirva la foto de la izquierda para despejar cualquier duda sobre si una mesa serviría para mantener a una persona a flote, seguramente a varias a la vez.
El dilema moral está en que de haber dado tal orden, todo el pasaje habría sabido a ciencia cierta que el barco se hundía y tal vez, se hubiese montado una batalla campal por hacerse con los botes, en lugar de mantener la calma construyendo balsas y arrojando material flotante al agua, lo cual hubiera permitido que se salvasen muchas más personas de las que quedaron en el agua. ¿Actuó el capitán Smith correctamente?.
Fuente
gracias por la informacion deveras si me sirvió para mi escuela y mi conocimiento