¿Cómo reacciona nuestro cuerpo ante el frío?
Utilizando una cámara de imagen térmica Selex Merlin, Oli Martin muestra cómo el cuerpo humano pierde calor cuando se exponen al frío abrasador de las tierras altas de Escocia
Cuando tenemos mucho frío, lo primero que se nos enfría son: los pies, las manos, la nariz y las orejas. Esto ocurre porque el cuerpo intenta mandar más sangre a las zonas más importantes, como: los pulmones, corazón, aparato digestivo, cerebro, etcétera y sacrifica las menos importantes. Comprime los bazos sanguíneos en las extremidades, para así perder menos calor en la sangre cuando pase por lugares distanciados de las zonas más calientes. Por esa razón también nos ponemos pálidos, ya que al disminuir el tráfico de sangre por nuestro contorno, toda nuestra piel se vuelve emblanquecida.
La así llamada “piel de gallina” es un vestigio de tiempos remotos, de cuando nuestros antepasados todavía tenían el cuerpo repleto de pelos. Cada folículo piloso es un pequeño músculo que entra en acción cuando arrecia el frío y forma una pequeña capa de aire caliente que nos protege de las condiciones ambientales. Y allí donde ya no tenemos pelos, esa función la cumple la llamada «piel de gallina». Hay además otra reacción corporal ante un repentino ataque de frío: tiritar y castañetear los dientes. El cuerpo recuerda que necesita más calor y entonces comenzamos a temblar. Por ejemplo nuestra mandíbula está unida a nuestra cabeza por dos pequeñas articulaciones y tiene una musculatura muy fuerte, que usamos para masticar. Esos son los músculos que tiemblan. Y como esa parte del cuerpo es movible, el castañeteo comienza rápidamente. A través de estos movimientos, los músculos mejoran la circulación de la sangre y consiguen calentar el cuerpo.